El ignorante de política acaba siempre hablando de políticos en vez de política. Lejos de tocar al personaje que significa para la izquierda en México, la figura de Andrés Manuel López Obrador, es importante más bien reflexionar sobre el cambio que ha tenido el presidencialismo en México. Sin adentrarnos a que el Presidente de México puede resultar un auténtico Jefe de Estado o si más bien es un Jefe de la nación, o que si México vive una cuarta transformación, o si lo que se vive es un proceso peligroso para su estructura neoliberalista; y sin tampoco basarnos en argumentos sostenidos en los libros caducos de Friedrich Engels, o en cuentos entre indios, vaqueros y superman que sostienen que un país consumista es maravilloso, como lo fue inventado por el dominio gringo para los adoquines y admiradores únicamente del cine de Hollywood; fuera de todos esos perjuicios y tabús que ni siquiera funcionaron en la guerra sucia; es evidente que se ha desvirginizado y eliminado la prepotencia militar de la banda presidencial que solamente representaba a un mandante en vez de a un mandatario. La razón de sobresaltar el servir y no servirse, es un claro progreso de destronar el presidencialismo y transparentar la vida pública del país, lo que resulta un avance político para el sistema de gobierno mexicano, cuyo cambio puede ser equivalente al derrumbe del muro de Berlín, al fin de la guerra fría, al cambio socioeconómico de Moscú con la perestroika, a la entrada de la inversión privada a Cuba, a la permisión de la renuncia papal con la llegada de otro, a la llegada a los Estados Unidos de un presidente negro y después de otro antineoliberal, o de la utilización del Whats app en vez del teléfono de monedas. Aunque con un retardo inaudito; finalmente, la transformación presidencialista ya está dada.Más
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