La falta de metas propias que nacen de una reflexión moral confunden al individuo para adoptar metas sugeridas o copiadas, lo que causa el efecto conductual de la envidia, la baja autoestima, el materialismo, el aspiracionismo, la insatisfacción personal y la fácil adopción de direccionismos que se promueven desde los medios masivos de comunicación, así como las falsas causas sociales y las modas. Un espectador con ideas propias y cauto de la información proporcionada, resulta -un cerebro con ojos-, capaz de opinar a contra sentido de la masa y sin la pérdida de control razonal que produce el contagio emocional, y así, destacando su originalidad, creatividad y abandono de prejuicios y perjuicios, que son las características mismas del espectador inteligente lo que atenta contra el dominio de la manipulación mediática, que teje todo un sistema de dominio grupal. Sistema que para ser derrocado, no necesita un antisistema , aunque existe la teoría de que entrando en esas profundidades, se corre el riesgo de fortalecer aquello que quiere atacarse o caer en la trampa materialista o aquella del ego. Más
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